Nuestro siguiente destino fue Florencia, ciudad majestuosa, rebosante de arte e historia por todos sus rincones plazas y callejuelas.
Florencia hay que conocerla a pie, fundirse con las enormes plazas públicas llenas de historias interesantes, saborear un capuccino en uno de sus acogedores cafés, sorprendernos con la estampa de la impresionante Piazza del Duomo con su catedral encajada en un emplazamiento inverosímil, por supuesto no faltar a las visitas obligadas a la Galeria degli Uffizi y a la de la Academia para ver el David de Miguel Angel (muy recomendado el sacar las entradas anticipadamente por internet para ahorrarnos colas de hasta horas), mezclarnos con el gentío en el bello Ponte Vecchio que cruza el Arno, y por supuesto saborear uno de sus deliciosos helados Italianos. Las vistas desde la Piazza Michelangelo merecen mucho la pena.
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